María, madre de la esperanza
“Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra”
Queridos hermanos y amigos de Valle Gran Rey, en la Isla de la Gomera:
Sirva esta breve carta para anunciarles, con gran alegría que, del 8 de diciembre de 2022 al 6 de enero de 2023, tendrá lugar la VIII Bajada de la Virgen de los Reyes hasta la Parroquia de los Santos Reyes y las correspondientes visitas de la Venerada Imagen a las parroquias y barrios del municipio.
Ella es el centro de esta importante fiesta y, todo lo que hacemos, es para expresarle nuestra confianza y nuestro amor agradecido por tantos bienes que Dios nos concede por medio de ella. Para esta ocasión hemos elegido como lema, “María, madre de la esperanza”. Así hacemos presentes aquellas palabras de la “Salve”: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra”.
La esperanza es aquella virtud por la que creemos que, Dios es fiel y cumple sus promesas. No es una cosa indefinida por la que esperamos que todo se arreglará. Como quien dice, “a ver si hay suerte y esto se arregla”. No. La esperanza supone la confianza en Dios que es fiel y cumple lo que nos ha prometido. Pero, la esperanza implica, también, hacer lo que Dios nos pide, pues, si lo hacemos se cumple lo que nos promete. “Haz esto y vivirás” (Luc. 10,28), nos dice Jesús. Esperamos porque creemos. Por eso, es importante conocer y creer en las promesas de Dios. Y en esto tenemos un modelo perfecto en la Virgen María, que confió en Dios y esperó –incluso en los momentos más difíciles- que cumpliría sus promesas.
En la Virgen María tenemos el modelo más perfecto de lo que significa creer y esperar. Ella es la mujer insigne por su fe: Isabel, su prima, la proclamó dichosa porque había creído el mensaje divino (Lc. 1,45); por la fe y la esperanza concibió al Hijo de Dios engendrado en su seno por el poder del Espíritu Santo (Lc. 1,35); apoyada en la fe y la esperanza siguió a Jesús y soportó su muerte junto a la cruz (Jn. 19,25-27); movida por la fe y la esperanza creyó que Él resucitaría y orando junto con los Apóstoles esperó la venida del Espíritu Santo el día de Pentecostés (Hech. 1,14). Ella es “la virgen creyente” y “la madre de la esperanza” porque acogió con fe la Palabra de Dios y la puso en práctica. Es, también, nuestra Madre celestial que sostiene y protege la fe y la esperanza de sus hijos.
Les invito, por tanto, a celebrar la VIII Bajada de la Virgen de los Reyes con la mirada puesta en “María, madre de la esperanza”. Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, fue llevada al cielo en cuerpo y alma. Allí reina gloriosa junto a su hijo Jesucristo y, desde allí, actúa misteriosamente en la tierra mostrando a sus hijos el camino de la verdad. Dejémonos iluminar por el ejemplo de su vida, vivamos como ella en el amor y la obediencia a Dios, y no dejemos de pedirle con insistencia que interceda por nosotros para que Dios nos mantenga, durante esta vida, firmes en la fe, alegres por la esperanza y diligentes en el amor.
Hay que estar atentos para que este amor y devoción a la Virgen se viva cada vez con mayor intensidad y autenticidad. Hay que procurar que en todos se acreciente la confianza en el poder de intercesión de la Virgen María ante su Hijo, sabiendo que como Madre cubre con su amor nuestras pobrezas y miserias materiales y espirituales, que está atenta a las necesidades de los afligidos y escucha las plegarias de sus hijos. Ella, con el ejemplo de su vida y con su intercesión, es el camino seguro que nos lleva a Cristo. Este sentimiento espiritual debe cultivarse, en esta Bajada, por encima de todo, para poder vivir y transmitir a las nuevas generaciones la secular devoción a la Virgen María de los Reyes.
Ya el Papa San Pablo VI, en relación con el culto a la Virgen María, se lamentaba de “la vana credulidad que sustituye el empeño serio con la fácil aplicación a prácticas externas solamente; el estéril y pasajero movimiento del sentimiento, tan ajeno al estilo del Evangelio que exige obras perseverantes y activas. Tales prácticas no están en armonía con la fe católica y por consiguiente no deben subsistir en el culto católico”. Y nos invitaba a tener en cuenta estas palabras del Concilio Vaticano II: “Recuerden, pues, los fieles que la verdadera devoción no consiste ni en un afecto estéril y transitorio, ni en vana credulidad, sino que procede de la fe verdadera, por la que somos conducidos a conocer la excelencia de la Madre de Dios y somos alentados a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (LG. 67).
En fin, hermanos y amigos de Valle Gran Rey, dispongamos nuestro corazón y lo mejor de nosotros mismos para celebrar con renovada fe y entusiasmo la VIII Bajada de la Virgen de los Reyes y no dejemos de encomendarnos a Nuestra Señora:
“Virgen María de los Reyes, Nuestra Señora y Patrona. Tú conoces las necesidades de tus hijos, los gozos y las esperanzas de lo que acuden a ti. Sigue mirándonos maternalmente, como antaño hiciste con nuestros antepasados, e intercede ante tu Hijo Jesucristo para que nunca nos falten los bienes materiales y espirituales que necesitamos para ser felices en esta vida y alcanzar la vida eterna”.
Con mi afecto y la bendición del Señor para todos, les deseo una feliz Bajada de la Virgen María de los Reyes.
† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense