La JMJ de Madrid 2011, un fruto con semilla – Septiembre 2011

//La JMJ de Madrid 2011, un fruto con semilla – Septiembre 2011

Las comparaciones con la agricultura, tan frecuentes en la Biblia para explicar las realidades espirituales, nos sirven en esta ocasión para expresar la gran experiencia espiritual que ha sido la Jornada Mundial de la Juventud, Madrid ‘2011. En su proceso vital la mayoría de las plantas brotan de una semilla, crecen y dan fruto. Un fruto que al mismo tiempo es semilla de nuevas plantas.

Lo que hemos vivido en la JMJ de Madrid y que muchos han podido seguir por TV es fruto y semilla, o si se prefiere, es “un fruto con semilla”. Ha sido el fruto de la fe y el esfuerzo de millones de personas de todo el mundo, de las cuales sólo una ínfima parte estuvieron en Madrid formando una asamblea de casi dos millones de cristianos de toda lengua, raza y nación.

La multitudinaria participación de jóvenes procedentes de más de ciento noventa países no ha sido algo improvisado o que ha surgido de un día para otro, sino que es el fruto de una larga preparación en la que, además del esfuerzo personal que han puesto los propios jóvenes,  han participado sus familias, sus parroquias, sus centros educativos, los movimientos y asociaciones eclesiales a las que pertenecen… sin olvidar el trabajo de los organizadores y la generosa entrega de los 25.000 voluntarios, antes, durante y después de la JMJ.

En cualquier caso, todo lo que hemos visto y oído sobre la JMJ, todo el esfuerzo de preparación y participación que ha llevado consigo, todos los buenos frutos que ha producido y producirá la JMJ de Madrid, no sólo es fruto del trabajo de los hombres, sino que todo tiene su origen y fundamento en la fe en Dios que es quien activa en nosotros el querer y el obrar. Como dice San Pablo, es Dios quien da el crecimiento a lo que nosotros sembramos y regamos. Por eso podemos decir con el Papa: el encuentro de Madrid ha sido una estupenda manifestación de fe para España y para el mundo”.

Quienes se congregaron Madrid y quienes les apoyaron en cualquier parte del mundo, sabían que la JMJ es un encuentro religioso, espiritual. Para eso se prepararon y para eso vinieron. Para nadie, ni la preparación ni la participación, ha sido fácil  y mucho menos cómoda. Sin embargo, ahí estaban bajo el sol abrazador y bajo la lluvia tormentosa; ahí estaban haciendo largas caminatas y muchas horas de pie; ahí estaban haciendo colas y horas de espera para casi todo; ahí estaban durmiendo en el suelo… Ahí estaban rezando, cantando, confesando sus pecados, escuchando las catequesis y participando en la Eucaristía diaria; ahí estaban acogiendo al Papa, aclamándolo y, sobre todo, escuchándolo. Ahí estaban dando testimonio de fe, de alegría y de buena convivencia. La JMJ, como ha dicho el Papa, ha sido “una verdadera cascada de luz”.

A lo largo del mundo, se suceden encuentros y manifestaciones multitudinarias de diverso signo y por distintos motivos. En Jornada Mundial de la Juventud, convocada por el Papa, el motivo es siempre la fe en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, en quien creemos y a quien amamos y seguimos. En ésta ocasión además la motivación venía corroborada por el propio lema de las JMJ: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Como dijo el Papa al regresar a Roma: Para la multitud de jóvenes, procedentes de todos los rincones de la tierra, ha sido una ocasión especial para reflexionar, dialogar, intercambiarse experiencias positivas y, sobre todo, rezar juntos y renovar el compromiso de arraigar la propia vida en Cristo, Amigo fiel”.

Así pues, la JMJ de Madrid ‘2011 es un magnífico fruto de la gracia de Dios y del trabajo de los hombres y es, también, expresión de la vida y misión de la Iglesia a lo largo del mundo. Con gozo, comprobamos que por la fuerza del Espíritu Santo, la siembra de la palabra de Dios que, con palabras y obras, hacemos lo que hemos conocido y creído en Jesucristo, va prendiendo en el corazón de millones de jóvenes de los cinco continentes, de los cuales hemos tenido una buena muestra en los que se han congregado en Madrid. Así lo expresó con satisfacción el Papa: “Pienso que vuestra presencia aquí, jóvenes venidos de los cinco continentes, es una maravillosa prueba de la fecundidad del mandato de Cristo a la Iglesia: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación» (Mc 16,15)”.

Al volver a Roma y ante miles de personas, el Papa dijo con visible emoción: “Quiero recorrer brevemente con el pensamiento y con el corazón los extraordinarios días transcurridos en Madrid para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud. Fue, y lo sabéis, un acontecimiento eclesial emocionante; casi dos millones de jóvenes de todos los Continentes vivieron, con alegría, una formidable experiencia de fraternidad, de encuentro con el Señor, de compartir y de crecimiento en la fe: una verdadera cascada de luz. Doy gracias a Dios por este don precioso, que da esperanza para el futuro de la Iglesia: jóvenes con el deseo firme y sincero de arraigar sus vidas en Cristo, permanecer firmes en la fe, caminar juntos en la Iglesia”.

Pero la clausura de la JMJ de Madrid no ha sido un punto final, como algo que se cierra sobre sí mismo sin más continuidad.  No. La JMJ es “un fruto con semilla”. Una semilla que es promesa y esperanza de nuevos frutos. En la homilía de la misa del último día el Papa dijo a los jóvenes: De la amistad con Jesús nacerá también el impulso que lleva a dar testimonio de la fe en los más diversos ambientes, incluso allí donde hay rechazo o indiferencia. No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe”.

Y, desde Roma, haciendo memoria de la JMJ, dijo: “Estoy seguro que los jóvenes han vuelto a sus casas y vuelven con el firme propósito de ser levadura en la masa, llevando la esperanza que nace de la fe”. En fin, con otras palabras, pero con igual contenido, el Papa dijo a los jóvenes lo que muchas veces hemos cantado y que yo les reitero:

Sois la semilla que ha de crecer
Sois estrella que ha de brillar
Sois levadura, sois grano de sal
Antorcha que ha de alumbrar
Sois la mañana que vuelve a nacer
Sois espiga que empieza a granar
Sois aguijón y caricia a la vez
Testigos que voy a enviar.

Damos gracias al Señor por la visita apostólica del Papa Benedicto XVI a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud. Y con el Papa por intercesión la Virgen María, pedimos a Dios que los jóvenes que en ella han participado, «arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe», lleven al mundo entero la alegría del Evangelio, con la palabra y una vida auténticamente cristiana.

 

† Bernardo Álvarez Afonso

Obispo Nivariense

2017-07-18T10:44:53+00:00noviembre 16th, 2015|De parte del Obispo|0 Comments
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