Este fin de semana comienza “oficialmente” la puesta en marcha de un nuevo Plan Diocesano de Pastoral. Por ello, en todas las Eucaristías de las parroquias se está teniendo una especial atención a este acontecimiento importante para la marcha de una Iglesia Diocesana. Este es el tercer Plan después de nuestro Primer Sínodo Diocesano y, como los planes anteriores, el de ahora, para el cuatrienio 2007-2011 quiere ser un paso más en la aplicación de las orientaciones y normas que –con la guía del Espíritu Santo- entonces se dieron y que siguen en vigor en nuestra Iglesia Diocesana Nivariense.
Han pasado casi dos mil años desde que Jesús dijo a los apóstoles: “Id al mundo entero y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,19-20). Todo lo que la Iglesia ha sido, es y será, es fruto del cumplimiento de esas palabras. Nosotros mismos, los que hoy formamos la Iglesia, hemos conocido y creído en Jesucristo porque otros seguidores de Jesús, anteriores a nosotros, nos lo han presentado. El Señor Jesús, fiel a su promesa, ha estado, está y estará siempre presente. Él es contemporáneo a toda persona en cualquier tiempo y lugar.
También nosotros, hombres y mujeres del Tercer Milenio, que hemos conocido y creído en Jesucristo, animados por la certeza de su presencia, estamos llamados a anunciar aquí y ahora –con renovado impulso- “lo que hemos visto y oído acerca de la Palabra de vida” para hacer a otros partícipes de nuestra “comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo”. Pero, para ello, necesitamos nosotros mismos afianzar nuestra fe. Necesitamos “oír”, “tocar con nuestras manos”, “ver con nuestros ojos”, a Cristo “la Palabra de vida”. Es decir, necesitamos cultivar una fe viva, de adhesión y seguimiento de Jesús, para poder dar testimonio de lo que hemos visto, porque de lo que se trata es de “presentar” a Jesús a los demás y no sólo de hablar de Él. Por ello el presente Plan Pastoral tiene por lema: “Haz Memoria de Jesucristo Resucitado”. Tratamos por ello de orientar toda nuestra vida y las acciones de la Iglesia Diocesana a este fin desde una triple dimensión: Jesucristo en quien creemos, Jesucristo al que celebramos, Jesucristo a quien anunciamos.
No hay que olvidar que nuestra frágil condición humana –constantemente amenazada por la fuerza del mal y del pecado- hace que tanto nuestros pensamientos y decisiones, como nuestros actos, sean inconstantes e inseguros. Esto explica que la Iglesia, siendo Santa –pues Cristo está en ella por su Espíritu- esté al mismo tiempo necesitada de purificación y renovación en sus miembros, en sus estructuras y en sus actuaciones.
Esta permanente necesidad de reforma, para poner remedio a los males de la vida eclesial y para llevar a plenitud la vocación de santidad de todo el pueblo de Dios, no se realiza espontáneamente ni puede dejarse al azar. Es necesario “enfrentarse a lo que va mal” para disiparlo y –al mismo tiempo- empeñarse en instaurar la verdad del Evangelio. Esto, como avisa el Señor, exige planificar las acciones a realizar, como si fuéramos a librar una batalla o a construir una torre (cf. Lc. 14,25-33). Pero, sobre todo, exige no amoldarse a este mundo, es decir, no dejarse modelar por las corrientes de pensamiento, por los poderes y por las costumbres del mundo presente, cuando son contrarias al mensaje de Jesucristo.
Con nuestro Plan Diocesano de Pastoral para estos cuatro años, pretendemos unir en la mente y en el corazón de los fieles el “hacer memoria de Jesucristo” con el “ser nosotros mismos memoria viva de Jesucristo”. Impulsados, guiados y fortalecidos por el Espíritu Santo y, por tanto, en docilidad a Él, queremos trabajar con todos los medios a nuestro alcance para que nuestra Iglesia Diocesana sea, cada vez más, “memoria y profecía” de Jesucristo Resucitado, es decir, para que nuestra Diócesis –en todo lo que es y en todo lo que hace- sea una manifestación viviente de Jesucristo Resucitado. Ser “memoria y profecía” de Cristo es llevarlo en el corazón y darlo a conocer, es permanecer vinculado a El y presentarlo a los demás.
Así, pues, con esperanza, confiados en Dios y en su poder ponemos en marcha un nuevo Plan Diocesano de pastoral con el triple propósito de afianzar nuestra fe y adhesión personal a Jesucristo, de participar más plenamente en su vida celebrando los misterios de la salvación, y anunciarlo con la “parresía” y el ardor que nos da el Espíritu Santo.
† Bernardo Álvarez Afonso
Obispo Nivariense