Exposición de Biblias en La Laguna – Septiembre 2008

//Exposición de Biblias en La Laguna – Septiembre 2008

Con ocasión de las XX Jornadas de la Asociación Bíblica Española, que tienen lugar en Tenerife en la segunda semana de septiembre de 2008, el Cabildo Catedral de San Cristóbal de La Laguna, en las Salas Capitulares, ofrece una exposición de ejemplares de la Biblia de gran valor histórico, bibliográfico y artístico.

Una “exposición de biblias”, además del polifacético valor de los ejemplares en sí mismos (histórico, artístico, filológico, bibliográfico…), es testimonio de la importancia y significación que ha tenido y tiene la transmisión del texto de la Biblia a lo largo del tiempo, tanto para la fe en la Palabra de Dios escrita, como para la cultura de cada tiempo y lugar.

En efecto, dentro de las cuestiones que tienen que ver con el estudio de la Sagrada Escritura (su relación con la revelación divina en la historia, el proceso de formación del texto bíblico, su naturaleza humano-divina que la convierten en Palabra de Dios en lenguaje humano, el canon de los libros inspirados, los criterios para su recta interpretación, etc.), el tema de la transmisión fiel del texto inspirado a través de la historia, tanto en las lenguas originales como en las versiones o traducciones a las distintas lenguas, es fundamental para la vivencia de la fe y para dar razón de ella a todo el que nos lo pidiere.

No basta con creer que Dios —a lo largo de más de mil años— inspiró a los autores de la Biblia y que luego esos escritos se reconocieron como Palabra de Dios y forman lo que hoy conocemos como el “canon bíblico”. También hay que responder a la pregunta: ¿La Biblia que tengo en mis manos se corresponde con la que Dios inspiró, o me la han cambiado posteriormente, añadiendo o quitando cosas? ¿Esta traducción o aquella otra traducción es fiel al texto original?  Nuestra fe se fundamenta en la Palabra de Dios y no en los que digan lo hombres, por eso debemos tener la seguridad de que la Biblia que leo se corresponde con aquello que escribieron sus autores humanos bajo la inspiración del Espíritu Santo.

Responder a esta pregunta, supone verificar si, a lo largo del tiempo, el texto bíblico se ha ido copiando fielmente o ha sufrido alteraciones, sobre todo, teniendo en cuenta que durante más de dos mil años —hasta la invención de la imprenta en el siglo XV— las copias se hacían a mano y eran muy escasas. Para ello existe una ciencia, llamada “crítica textual”, que se ocupa de analizar los manuscritos antiguos que han llegado hasta nosotros para verificar su grado de fidelidad y ofrecernos aquel que más se corresponde con el original. Es una ciencia muy técnica, con reglas muy precisas, en la que no intervienen las creencias, y que se aplica tanto a los textos bíblicos como a otros escritos de la antigüedad. Los resultados de esta ciencia han producido grandes beneficios para el estudio de la Biblia, pues nos han demostrado que el texto bíblico se ha transmitido con gran fidelidad a lo largo de la historia, lo que pone de manifiesto el gran respeto que los copistas tenían a la Palabra de Dios y la escrupulosidad con que transcribieron el texto.

En la presente exposición contamos con ejemplares de la Biblia en las lenguas originales (hebreo y griego) y, además, en latín, castellano y otras lenguas modernas.  Aunque lo ideal es tener siempre a mano un texto en lengua original, esto está reservado sólo a los especialistas que conocen las lenguas bíblicas. De ahí la necesidad e importancia de las traducciones. Sin ellas, la inmensa mayoría de las personas no podrían acceder directamente a la lectura del texto. Ya, antes de la era cristiana, el Antiguo Testamento fue traducido al griego común (koiné) para el servicio de los judíos de la diáspora; una traducción conocida como la “Septuaginta” (LXX) que tiene gran importancia en la historia del texto bíblico. Luego, con la llegada del cristianismo, la traducción de la Biblia a las distintas lenguas ha formado parte del mandato misionero de Jesús y ha contribuido en gran medida a la expansión y arraigo de la fe cristiana en distintos países y culturas. “Según el informe más reciente ofrecido por la Sociedades Bíblicas Unidas en el año 2005, la Biblia completa está traducida a 422 idiomas, el Nuevo Testamento a otros 1.079, y algún libro o sección de la Biblia a 876 más. Esto hace un total de 2.377 lenguas en las que hay alguna parte de la Biblia o está toda ella traducida. Ningún libro o autor ha alcanzado tal grado de universalidad. Cada año el número de traducciones aumenta y se estima que hay unos setecientos proyectos de traducción en marcha, lo mismo que revisiones y actualizaciones”<

[1].

Afortunadamente, cada vez más, contamos con excelentes traducciones de la Biblia realizadas por equipos interdisciplinares, formados por especialistas en el estudio de la Biblia (críticos textuales, filólogos, hermeneutas, exegetas, historiadores, teólogos…), que nos permiten tener en nuestras manos el texto de la Biblia con las máximas garantías de que es una traducción fiel al original.

Si Jesús mandó a sus discípulos, “id al mundo entero y haced discípulos a todas las gentes, bautizándoles y enseñándoles a guardar lo que yo os he mandado…”, es que su mensaje es para todos, sean de la nación, raza o cultura que sean, y, por tanto, es un mensaje que ha de ser traducido. La ingente cantidad de traducciones de la Biblia, pone de manifiesto que el acontecimiento de Pentecostés se va haciendo realidad a lo largo de la historia, porque, ciertamente, mediante las traducciones del texto bíblico, todos los pueblos de la tierra entienden la Buena Nueva del Evangelio, cada uno en su propia lengua. La verdad cristiana, como el mismo Cristo, es transcultural o universal y, por eso, como dice el salmo, “a toda la tierra alcanza su pregón” (Sal. 18,5).

La muestra de biblias que se contemplan en la exposición son testimonio del esfuerzo realizado en otras épocas para que la Palabra de Dios que, como decía San Pablo, “no está encadenada” (2Tim. 2,9), llegue a todos sin adulteraciones. Forman parte de una tradición ininterrumpida de transmisión del texto bíblico a todas las gentes de cualquier tiempo y lugar. Es hermoso pensar que biblias como estas fueron las que sostuvieron la fe de nuestros antepasados, una fe que ellos nos transmitieron y que nosotros hemos recibido. Mucho de lo que nosotros somos hoy tiene sus raíces en estas biblias. Exponerlas es hacer memoria agradecida por la herencia religiosa y cultural que hemos heredado y, también, es compromiso de conservarla

<[1] Samuel Escobar, La importancia de la traducción de la Biblia para la misión de la Iglesia. Rev. Reseña Bíblica, nº 51, otoño 2006. Ed. Verbo Divino. 

† Bernardo Álvarez Afonso

         Obispo Nivariense

2017-07-26T09:01:25+00:00noviembre 9th, 2015|De parte del Obispo|0 Comments
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